En realidad, digo, hay una mezcla de deseo de conocer y de abandonarse a lo que se nos presenta y hasta nos invade lujuriosamente. Esa misma seducción que nos instiga a desentrañar nos induce a a poseer; sin embargo hay algo en ese deseo de posesión del objeto que, a pesar de ser sumamente inquietante, no nos impulsa a “violar” su reticencia sino que invita, tal vez en ocasiones con impaciencia, a desnudar la obra de sus velos. Intuimos que hay algo prohibido, oculto, omnipresente en ella que no será aprehendido mas que con nuestro cuerpo más profundo; ese que no es solo órganos y es mucho más que raciocinio en vigilia.
El zapatito de Cenicienta. Kuki Bensky
Zapatos de fiesta
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